jueves, 29 de mayo de 2014

BItácora 6. Actuación. Práctica escénica: El burlador de Sevilla y el convidado de piedra.

Hoy pensaba en el proceso que tuve en cuarto semestre en donde el estilo del montaje fue "Realismo", recordaba cómo me desplazaba en escena, qué hacía con mis manos incluso me cuestionaba cómo era mi actitud ante ese montaje y claro qué fue lo que aprendí.
Ahora que trato de reflexionar más a fondo este proceso de cuarto semestre, veo que en realidad el Maestro en turno trabajo con nosotros en torno a nuestros vicios, sí, el personaje que me toco era una madre, clase media, tenía cierta ambición por el dinero, le gustaba aparentar lo que no era. Pienso esto porque la actitud del personaje era desbocada, altanera, y líder siempre la actitud de líder, las calidades de movimiento eran como látigos fuertes, es decir su energía se desbordaba y en este punto justamente pienso que trabajamos a partir de los vicios porque yo suelo desbordar mi energía y no la controlo entonces todos mis movimiento se vuelven sucios porque esa calidad no me sirve para recordar mis trazos en el espacio, entonces siempre me quedaba y decía mi texto donde callera (espacialmente) y eso no solo perjudicaba mi trabajo sino el de mis compañeros porque los desconcentraba e incluso lastimaba. Esa calidad energética hace que cuando estoy en escena mi mente tome velocidad y mi cabeza se satura de energía digámosle energía parasita, energía de más, mis movimientos se disparataban por todos lados, hoy me movía de un lado y mañana del otro, es decir era una improvisación de movimientos de acuerdo a cómo me sintiera ese día.
El maestro nunca platico conmigo sobre el tema y todo quedó así, igual que como empezamos el proceso de montaje. Pero creo que después de algún tiempo pude entender varias cosas que en su momento dude. Ahora pasando a nuestro montaje actual del Burlador, pienso en que es todo lo contrario, lo que me gusta de este proceso y no es que el anterior no me haya gustado, es que aquí tengo que limpiar mis acciones y desplazamientos, deben ser claras para no ser sucias, siento que contener me ayuda fijar coreográficamente mis desplazamientos  acciones, lo difícil es que el maestro actual nos pide que en escena no movamos más de lo que tenemos que mover, es decir que cuando estemos hablando no "bailemos" que nos quedemos parados quietos con la suficiente energía para no desaparecer.

Esta idea de quedarnos fijos en un lugar para hablar me gusta porque siento mucha mas precisión en lo que hago, incluso me da seguridad en las intenciones, y puesto que los movimientos deben ser minimizados pero asertivos, es decir claros, el texto adquiere mucha mayor relevancia cuando lo dices, ya no eres tu bailando y hablando, eres tu con forma, parado diciendo un discurso que siento que adquiere más peso de esta manera, te da volumen y presteza y un poco de inseguridad también porque estamos acostumbrados a esos movimientos parásitos que nos hacen ver muy mal en escena pero es algo que se puede vencer.

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